Con la muerte de Chris Cornell el movimiento retoma su importancia, al menos en el análisis
Internacional.- El reciente fallecimiento de Chris Cornell no sólo llenó de nostalgia a quienes fueron fanáticos de Soundgarden, también ha generado una serie de reflexiones sobre el movimiento grunge.
Un artículo de la periodista Javiera Tapia, habla de la lucha de gente como Cornell o Cobain para reivindicar el pensamiento anti discriminatorio del grunge. Ellos y todos los que se sumaron al movimiento nacido en Seattle, abogaban por la igualdad de derechos, la no discriminación y la expresión de sentimientos profundos en sus composiciones. Los medios siguen hablando de los hombres de la escena generando una inconsecuencia entre forma y fondo, cuestiona Tapia.
Y no se equivoca. Para muestra, un botón, el diario El País se refiere de una “escena tan masculina” al escribir sobre Cornell y la supuesta inferioridad en ventas y fama, en comparación con Pearl Jam o Nirvana.
Pero el tema va más allá de la reivindicación de derechos. Lo que la ciudad del norte del estado de Washington vio nacer, fue una manifestación colectiva de dolor y desilusión. Las bandas de Seattle sentían que sus compañeros músicos- hombres y mujeres- del resto del país se habían vendido en sus letras y sus ritmos. Entonces comenzaron a trabajar el desencanto en las temáticas, no como una forma de crear algo, sino de sacar todo lo que sentían. Luego vino el miedo.
“Cuando nos enteramos de la muerte de Kurt, fue devastador. De alguna manera nosotros, Soundgarden, nuestra música, lo que tocábamos salía de esa idea oscura, malhumorada, de ese profundo sentimiento de estar mal. Fuimos una banda que creó ese estilo, esa música, ese sello de música horrible, oscura. Y de repente Kurt estaba muerto” señaló Cornell en una entrevista.
También haría declaraciones sobre el arrepentimiento de haber bebido tanto durante esos años. El desencanto mellaba el espíritu de los más sensibles.
El grunge hoy
Seattle es una ciudad fría. Está cerca de Canadá y poco ve el sol, aún en primavera y verano. No es extraño entonces que la depresión de la juventud se acentúe en esa ciudad del norte. Por la misma razón, la vestimenta que caracterizó al movimiento, más allá de intentar lo que ahora se llama el concepto “orgánico”, tenía que ver con lo básico de protegerse contra el frío y no buscar nada más que fuera artificial. Por eso las leñadoras, sencillas y elementales. No requerían otra cosa.
La escena cruzó las fronteras durante los años 90 y un par de generaciones se hizo eco de su mensaje a través de la música. La moda se haría cargo de globalizar el estilo y las bandas emblemáticas vieron como el sentido de todo se iba a la basura. El marketing hizo daño al movimiento y también a sus representantes.
Las modas son pasajeras, pero algunas, las que tienen algo de sentido por su génesis vuelven, una y otra vez. El grunge es algo demasiado reciente para asegurar que se ha ido. Por otra parte, fue y será más que una estética. En tanto la música de las agrupaciones emblemáticas, permanece vigente al recordar ; el sentimiento que la provocó, no necesita un recuerdo porque morirá jamás. C.V
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