Mary Rogers-G lanzó ésta, su cuarta novela, en que la protagonista no sólo es un aprendiz de bruja, sino que todo gira alrededor de los poderes especiales que algunos seres humanos pueden tener.
Por Ana Rosa Romo R.
“No. No es el Harry Potter femenino. No es La Hechizada. “La Casa de Kyteler”, de Mary Rogers es mucho más. Es la formación humana de una bruja, de una chica que ha tenido la suerte o la desgracia de nacer en medio de una familia de seres que tienen poderes especiales, pero que vive en el mundo humano, rodeada de seres como nosotros, todos los que no tenemos poderes especiales”
Así presentó la escritora chilena Ana María del Río esta creación de Mary Rogers-G.
“La Casa de Kyteler”, es la cuarta novela de Rogers y ha visto la luz después de esta larga pausa que el mundo ha tenido con la pandemia. Ella escribió esta obra en mes y medio, hace casi dos años, y seguramente soñó con un lanzamiento en una sala colmada de público.
Todo es distinto ahora, pero no menos interesante. En un Facebook Live organizado por la Editorial Desastre Natural, que encabeza la ilustradora Nataschia Navarro, se presentó este libro que está dirigido a un público transversal, aunque tal vez, con énfasis en niños y adolescentes.
La autora es intensa cuando afirma “estoy convencida que la magia existe”. Tal vez por eso pudo escribir esta novela, que aunque se desarrolla en un mágico ambiente, la escritora sostiene que “habla del manejo del poder en todo sentido, lo importante que es que el poder esté en buenas manos”.
El desafío de los poderosos
También acompañó a Mary en este evento, su colega escritora Montserrat Martorell, quien detalló lo que podemos encontrar en estas 200 páginas: “Lealtades, inocencia, oscuridad, preguntas en voz alta, secretos. Soledad y la identidad, el abandono y el miedo y el sentido de pertenencia. Margarita (la protagonista) pertenece a una familia de brujas, hadas y magos. Y ahí empieza una fantasía, un mundo. Lo verosímil, eso que tiene apariencia de verdadero, eso que es coherente narrativamente, eso que esconde muchas verdades, texturas. Todo lo que aquí se cuenta sucede en alguna parte, en alguna dimensión. Ese proceso no es fácil, hay que saber observar, hay que saber detallar. La escritura son las cosas que se dicen y que no se dicen. El escritor, la escritora no solo escribe con las palabras sino también con su propio silencio. Y aquí Mary Rogers construye puentes con una historia que también tiene intriga, que también sugiere, que también tiene música, que también tiene muerte”.
Por su parte, la escritora Soledad Cortés, además de referirse a la belleza de las ilustraciones de la novela, destacó el “world building”. “Creo que hay que tener mucho talento para crear un mundo con tan pocas palabras y eso está perfectamente logrado.”
¿Por qué leer “La casa de Kyteler”?
Sin duda que es un libro que atrapa por su historia, su atmósfera, sus entrañables personajes, que con su devenir nos hace reflexionar más allá de la fantasía y la magia.
Muy bien lo señaló Ana María del Río: “Lo que subyuga, lo que hipnotiza de “La Casa de Kyteler” es la vuelta de tuerca que Rogers logra con esta saga. El desafío inmenso planteado a todos los poderosos, a todos los magos, a todas las brujas, a todos los conductores, a todos los seres que ejercen algún poder en esta tierra: la posibilidad de bien utilizar su poder, su riqueza, su influencia, su eternidad, su magia”.
Y lo reafirma Montserrat Martorell: “Yo creo, igual que el maestro Vladimir, uno de los personajes de este libro, que todos podemos hacer magia si tenemos el corazón limpio y un deseo profundo por el bien”.
Soledad Cortés también enfatiza: “Creo que ‘La casa de Kyteler’, por sobre todo, más allá de los enfrentamientos, habla mucho del amor. Creo que los adolescentes y niños se van a entretener mucho porque la prosa es rápida, de forma que no se puede dejar de leer”.
La lectura es un camino insondable para creer, soñar, crear mundos y para mirar dentro de nosotros mismos hasta encontrar la armonía. Mary Rogers-G y su talento narrativo es capaz de guiarnos por aquellos senderos. Y eso se agradece.
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