Elegir un camino propio de expresión trae, a la larga, buenos dividendos en el arte. El caso de este diseñador de interiores, famoso por su museo en Washington, lo confirma
Dale Chihuly
El artista nació en Tacoma, Washington (1941). Mientras estudiaba diseño de interiores en la Universidad de Washington, ingresó al primer programa de la Universidad de Wisconsin para trabajar con vidrio soplado. Más adelante, él mismo fundaría un programa similar en la Escuela de diseño de Rhode Island el que dirigió durante más de diez años.
Tras recibir una beca Fulbright, tuvo la oportunidad de colaborar en una fábrica de vidrio en Venecia. Ahí conoció la forma de trabajo de la famosa industria italiana de vidrio soplado. A raíz de su experiencia, en 1971, Chihuly funda, junto a Anne Gould Hauberg y John H. Hauberg, La escuela de vidrio de Pilchuck en el estado de Washington. Este centro internacional, puso al artista a la vanguardia en el desarrollo del vidrio como arte.
Chihuly ha pasado a la historia. Su trabajo se encuentra en más de 200 museos a lo largo del mundo, ha recibido una serie de reconocimientos, incluyendo doce doctorados honorarios. Sus series son conocidas desde los años 70 – Cylinders and Baskets ; Seaforms, Macchia, Venetians, and Persians en los 80s; Niijima Floats and Chandeliers en los 90s; y Fiori en la década del 2000, entre otros.
Además Chihuly ha realizado instalaciones de arquitectura en París, Finlandia y México. El año 1999 Chihuly in the Light of Jerusalem recibió más de un millón de visitantes en el Museo de David. Luego vendrían muestras en Londres hasta que en el 2001 el artista comienza su Ciclo de Jardines, los que serán presentados en Chicago, Londres, San Francisco, Boston, Montreal y, a partir del 2012, la exhibición de largo aliento en el Seattle Center.
El accidente y la reinvención
En 1976, Dale Chihuly pierde la visión de su ojo izquierdo a raíz de un accidente automovilístico, lo que cambia su percepción de profundidad. Esta situación lo lleva a dejar su trabajo personal en vidrio y genera una forma de creación que parte con pintura en tela para que luego sus asistentes lleven la imagen al material original.
Visitar el Chihuly Garden and Glass en Seattle es entregarse a la sorpresa. Las dimensiones de su obra, la utilización de la luz para resaltar el resultado de un ensamblaje complejo, que incluye cientos de piezas, y las formas que evocan animales, plantas y seres míticos, resulta un placer.
Hay vida en la creación del frío vidrio y así lo entiende el visitante. El uso de colores intensos, la naturaleza como inspiración y la composición de las piezas constituye un todo al que el espectador no logra resistirse. MRG
Aquí, algunas imágenes para compartir.
Fotografía: Trinidad del Real