Una empresa es exitosa cuando el capital humano es valorado y cuidado por su aporte al proceso de conseguir el objetivo empresarial.
Santiago, Chile.- No hace mucho leí en LinkedIn el caso de alguien a quién le habían prohibido saludar de beso, a las auxiliares de la empresa. La medida, para mi gusto, no sólo merece el repudio absoluto, en términos valóricos, sino que refleja la filosofía equivocada de sus directivos, la que, en algún minuto les pasará la cuenta. La imagen es un complemento. La figura no es tal, si no tiene fondo. El capital humano es lo que vale y muchos todavía no lo valoran lo suficiente.
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Una empresa no es nada sin su gente, sin su capital humano. Una empresa que desprecia, minimiza y maltrata a sus colaboradores o sólo los ensalza en momento convenientes, nunca tendrá estabilidad.
La imagen de una compañía, se compone a partir del marketing interno y éste no significa “hacer creer algo a los funcionarios”, sino que lograr que ellos y ellas compartan la misión y la visión en base a una realidad que se vive en el interior del espacio laboral. Lamentablemente, suele suceder que el discurso externo es poco coherente con el funcionamiento externo.
Cuando una institución triunfa, lo hace porque sus colaboradores lo han conseguido, no sólo su cúpula, ni los tan bien ponderados asesores – algunos de los cuales son aparecidos, amigos de, parientes de, partes de un sistema cercano a la cúspide y que no siempre son elementos ideales, sino que tienen el bla-bla suficiente para hacer creer a los directivos que lo hacen bien solos, trepadores les dicen-, triunfa el equipo. Y el equipo incluye a los líderes y a los seguidores, a todos los departamentos, a los profesionales y a los practicantes. Todos son responsables del éxito, lo mismo que de los errores.
No hay peor daño para una institución, que no valorar su capital humano, quejarse de su gente – la misma que se ha elegido con anterioridad, asegurando que es profesional idóneo- provocar y escuchar rumores, ensuciar el ambiente para alejar al colaborador. Con ese tipo de acciones – las que se dan en muchas compañías e instituciones que debieran ser un ejemplo por sus postulados- el marketing externo, termina siempre generando una duda en el público. ¿Por qué el cliente no confía en la marca?
En el exterior, en países del primer mundo, cada día se humanizan más lo espacios de trabajo y sucede porque se valora a cada persona por lo que es, por lo que sabe y por la capacidad que tiene de aprender y mejorar. Finalmente, el éxito de los países en desarrollo, se debe al respeto por el capital humano, su lealtad y entusiasmo, más allá del capital económico, porque el primero condiciona al segundo y eso no se debe olvidar. RGM
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