María Amalia Ramirez Rozas, bióloga y pintora chilena, nos habla con sabiduría de su percepción del tiempo
Contar los días al inicio del mes me pone nerviosa y me parece absurdo. Da lo mismo, si lo que tenga que suceder pasará igual.
Hoy los jóvenes dicen: “no te preocupes, deja que fluya”. Lo encuentro estupendo, así me hubiera gustado vivir mi vida. Prescindir de la premura, no sentir que lo que estoy haciendo ahora debería estar hecho.
Yo creo que por eso me recreo volviendo atrás en mi vida. Cuando otros eran los encargados de nosotros. Recordar mi infancia con mis hermanos y papás que estaban ahí disponibles. Veo una foto mía, de más o menos dos años. Mis sandalias, que habían sido blancas, todas peladas de tanto uso y una de las hebillas faltantes en las cuales mi madre no había reparado.
La adolescencia tampoco fue una etapa de grandes apuros. Tenía responsabilidades, claro, pero nunca tantas como para disponer de un rato de entretención en casa o una salida con las amigas.
Eran otros tiempos. Más bien, otra forma de medir el tiempo. Existía la pausa, el descanso, el perder el tiempo.
Ahora todos estresados tenemos que descubrir cómo descansar sin pastillas, cómo estar ociosos sin cargo de conciencia, cómo ser dueños del propio tiempo y distribuirlo a gusto.
Creo que ser dueño del propio tiempo es asumir la propia vida, la que transcurre sin que yo pueda hacer nada, la que me gusta, la que quiero vivir; donde encuentro el momento para hacer lo que a mí me importa. Ya no voy donde no quiero ir, ni me junto con quién no quiero estar. Estoy en silencio cuando quiero, contemplo mi vida con gusto y la recorro una y otra vez y siento que me gusta. Ya no quiero argumentar ni discutir con nadie. Me pregunto: ¿ será que ya se me acabó el tiempo?
O como me dijo un nieto: “ no te preocupes de lo que sucederá el año 2050 porque ya no estarás”.
Me encantó el texto, gracias por invitarnos a reflexionar sobre el tiempo y a disfrutar con los momentos que nos regala la vida y tantas veces se nos van cómo el agua entre los dedos