De Guillermo Rifo y su trayectoria se ha dicho y se dirá mucho. Basta con googlear su nombre, estudiar música o estar un poco informado para saber de él, de su maestría en lo docto, el jazz y lo popular. Pero el Maestro Rifo, como lo llamaban sus alumnos; Guillermo, sus amigos o Guillermito, su señora, era mucho más que la figura sobresaliente de la música chilena, era un gran tipo. Amigo de sus amigos, divertido y apoyador. Quizás pecaba de diplomático en muchas oportunidades para evitar los conflictos, pero si se le pedía apoyo, ahí estaba.
Como Director Académico de la Escuela de Música que formó ( de la que había salido hace un par de años bajo el “pago de Chile”, cliché nacional), conquistó a varias generaciones de alumnos con su sabiduría y el amor por la música. Creía que entregaba sólo herramientas -“el músico nace”, solía decir -, pero siempre iba más allá. Hablar con él era sentirse creador o creadora sublime. Maestros y alumnos de varias generaciones pueden decirlo y contar mil anécdotas del Maestro, de su generosidad y calidad docente. Bastaba que descubriera en alguien un poco de talento para que hiciera todo lo posible por esa persona para que desarrollara al máximo su potencial. Si no tenía los recursos, se las arreglaba para becarlo/a o le hacía clases gratis. “El Rifo” era otra cosa, un libro de su autoría que todos los estudiantes tenían como herramienta y que a muchos les pesaba. Ahora lo mirarán con más cariño.
Guillermo tartamudeaba un poco, pero en los discursos o presentaciones solía acentuar la característica para reirse de si mismo. Humor y humildad.
Para mi, que lo conocí tarde, fue un gran amigo. Escuchaba y contenía en época de tormentas y, si podía apoyar en algo, ahí estaba. Su humor inteligente alegraba cualquier situación y así quiero recordarlo.
Escribo esto como homenaje. No pude estar en su despedida y quisiera abrazar a toda su familia. Además, cada vez que se va alguien del mundo del arte se lo recuerda por lo que hizo, que es muy válido y no por lo que fue. Fue y será un talento superior, pero también una persona, con sus virtudes y defectos, absolutamente querible. Eso.
Mi cariño para Cristina, Doris y Antar.
¡Hasta otro día, Guillermo Rifo!
Mary Rogers G