Las informaciones diarias parecieran confirmar el hecho.
Perros y gatos están cada vez más humanos. Dan la pata, aprenden conductas asertivas para ayudar a sus dueños, son fieles a sus familias y hasta tienen redes sociales. Las personas, en cambio, parece que vamos desaprendiendo lo que nos diferenciaba de los otros animales: la razón. ¿Involucionamos? ¿Qué hace que esto suceda?
La eterna lucha de la Araucanía, la información oculta que va saliendo a la luz y que, de pronto, nos corre el velo dejándonos ver la verdad sobre la que, creíamos, era la honestidad de una institución. La rabia de unos contra otros, la venganza latente. Todo pareciera ser caos y las noticias no ayudan demasiado. Buscan impactar y olvidan que la palabra, el pensamiento y el sentimiento crean realidades. Mientras más odio vemos, más odio podemos sentir.¿Involucionamos?
Hoy se golpea al presidente del Tribunal Constitucional en la calle, mañana podemos ser atacados porque a alguien no le gustó lo que opinábamos o cómo nos vestíamos. ¿Involucionamos?
La psiquiatra chilena residente en España, Ximena Guinguis, explica que el problema radica en ser capaces de diferenciar entre reaccionar o responder.
“Reaccionar a una experiencia desafiante implica adoptar una actitud inmediata, espontánea, defensiva y/o agresiva, ” señala. Esta reacción es tensa, basada en el instinto y en la emoción. Además, como en muchas ocasiones la actitud va acompañada de pérdida de control, cuando reaccionamos, los demás nos perciben como agresivos o agresores.
“Responder a una experiencia desafiante significa adoptar un razonamiento sereno, no amenazante o contenido que invite al diálogo”, aclara la profesional.
En una época en que, supuestamente, el mundo- creyente o no- busca celebrar en paz, sería bueno comenzar a responder y a dejar de reaccionar. Un poco de respeto por los demás nos vendría bien siempre. Bueno, aunque fuera por estos días. Sería un comienzo esperanzador.
