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Periodista de ciencias y doctora en Lógica y Filosofía de la Ciencia, realizó la investigación que demuestra la brecha existente en este tema
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Sobre éste y otros tópicos conversó hace un par de semanas en el programa Citoyens de Radio Universidad de Chile
Santiago, Chile.- Que el sesgo de género en las fuentes de información científica para la prensa escrita es una realidad, fue la conclusión obtenida tras un extenso estudio sobre el tema. En este sentido, Jade Rivera Ross, logró demostrar que existe segregación horizontal y vertical en el ámbito de investigación científica, donde se plasma un reducido número de autoras de publicaciones de corriente principal de primera y última posición, pero con un bajo índice de citación por los medios de comunicación.
Es necesario destacar que los sesgos de género impiden igualdad de condiciones en los diferentes espacios del desarrollo de esta actividad y, en el ejercicio del periodismo estos sesgos se acentúan o perpetúan esta desigualdad. La doctora Rivera Ross señala que: “las fuentes de información en este estudio son ‘personas expertas para hablar de ciencia’ (entrevistas directas) y los ‘sujetos noticiosos’ en las disciplinas de historia, ciencias de la vida, astronomía y astrofísica, tecnología de los materiales e inteligencia artificial”.
‘Efecto Matilda’
De acuerdo a dicho estudio, la comunicadora social y divulgadora científica cree que la incorporación de mujeres en la ciencia no se ve reflejada en los medios de comunicación y la representación de mujeres científicas como fuentes de información está sesgada por el género del profesional del periodismo.
En este sentido, explica Rivera Ross, uno de los principales prejuicios en el área de la ciencia, es “la omisión mujeres con fuentes de información es profunda y violenta, porque de esta manera las anula, no existe reconocimiento, ni siquiera son mencionadas y el otro sesgo es aquel que toma al hombre como medida universal para todas las actividades”, conocido como el ‘Efecto Matilda’, que es el ocultamiento o la falta de reconocimiento de la labor femenina en el área y que, también se refleja en la desigualdad en la brecha salarial.
Independientemente que exista una mayor participación de las mujeres en el desarrollo de las ciencias, tanto en la etapa escolar como en la educación universitaria y por cierto, en la incorporación a la academia, no ocurre lo mismo en el desarrollo y divulgación de sus aportes a las ciencias como fuente de información de esta temática, y aún se privilegia la voz masculina.
Jade Rivera considera que existen múltiples factores que responden a este sesgo, por ejemplo, hay muchos investigadores que indican que los puestos de liderazgos o los puestos directivos marcan la pauta cuando vas a entrevistar a alguien; también está la falta de financiamiento. Las mujeres todavía no han logrado equipararse en lo que se refiere a liderar proyectos, sin embargo, llama aún más la atención que dentro de sus mismos textos de investigación no han logrado posicionarse como fuentes de investigación, es decir, no se citan entre ellas.
Sesgo de género en testeo de estudios clínicos de medicamentos
Uno de los casos con el que más se destaca el sesgo de género en el desarrollo del conocimiento científico es por ejemplo, en el testeo de medicamentos en mujeres contagiadas con el VIH. Según ONU-SIDA, en la actualidad hay 16 millones de mujeres contagiadas con VIH y la OMS indica que es la principal causa de muerte en mujeres en edad reproductiva, entre los 14 y 44 años, es por contagio del VIH.
En los años ’80 se iniciaron las investigaciones con la población contagiada pero dirigida a hombres y homosexuales incorporando solamente a mujeres que ejercían el comercio sexual o por uso de drogas, pero no como enfermas contagiadas de este virus. De esta manera se iniciaron los ensayos clínicos de medicamentos dejando afuera a las mujeres. Posteriormente, en los años ’90, comienzan las críticas y, a la vez, las campañas de “Sexo Seguro”, donde fueron involucradas las mujeres, pero siempre mediando en el ‘cómo informarle a la pareja de la mujer’ porque seguían pensando que era una enfermedad de hombres.
Y, en la tercera etapa, explicó Rivera, aunque las mujeres siguen siendo invisibilizadas dentro de los ensayos clínicos, aunque existe ahora un número mayor de mujeres consideradas, es decir, se observa que el VIH comienza tímidamente a feminizarse. Sin embargo, el problema mayúsculo es que se han omitido las consecuencias de la exclusión de las mujeres de estos ensayos, pues no se puede advertir cuáles son los síntomas y resultados de los medicamentos aplicados, y si ello genera los efectos esperados en una mujer portadora de VIH.
Finalmente, este estudio pudo concluir que, tanto en lo que se refiere a la labor científica propiamente tal, como en el rol de fuentes noticiosas, las mujeres de ciencia no han sido debidamente reconocidas por la sociedad y los editores de medios; tarea cultural que también debiera recaer en la misión del aprendizaje preescolar.
Mayores informaciones en: www.proyectoinocentes.cl
Fuente: Citoyens.cl