Santiago, Chile.- ¿Qué se entiende por un país desarrollado? Se les llama países desarrollados a aquellas naciones que logran altos niveles económicos, industriales y tecnológicos, generando por consecuencia un mapa financiero potente que permite al total de la población – o a la mayor parte de ella- tener acceso a los servicios básicos como el agua potable, la electricidad domiciliaria y una calefacción sana, además del derecho inalienable de tener atención médica de excelencia en el momento en que sea necesario utilizarla, una buena alimentación y la satisfacción de otras necesidades para el equilibrio y el bienestar. Esa es, más o menos una definición general que todos conocemos. Sin embargo, creo que el desarrollo conlleva una serie de otros factores asociados al ser humano, motores fundamentales para conseguir esa condición a la que tanto se aspira.
Vamos a lo práctico. Es cierto que distamos años luz de países como Islandia, Reino Unido o Australia, territorios donde, por ejemplo, una persona puede sacar sus ahorros previsionales de la vida a los sesenta años y hacer lo que se le de la gana con su retirement, ya que las instituciones involucradas en la mantención de esos fondos, asumen que es un derecho absoluto del cotizante decidir en qué invertir o en qué gastar los montos reunidos. Bien sabemos que en Chile, las AFP siguen administrando los fondos, sacando dividendos de los mismos, mientras que el adulto mayor recibe sumas irrisorias como mensualidades.
Sucede lo mismo con los sistemas de salud que, en muchos de esos países, si bien , para funcionar, requieren de un ahorro constante para la persona – igual que en el nuestro – llegado el momento de su utilización, el servicio se hace efectivo y nadie será desvinculado por preexistencia o no cobertura para su enfermedad, por ejemplo, porque existe el respeto a la vida, más allá del valor económico de la prestación.
También podría mencionar las diferencias en temas de educación, de actitud cívica,conducta social y varios etcéteras, pero eso daría más para una conversación, que para una columna. Por eso me interesa, ahora, comentar y dejar planteada la reflexión sobre el detalle, aquella conducta que un día nos acercará al desarrollo y que se basa en un solo concepto, mencionado un par de líneas más arriba: el respeto.
Buena palabra el respeto. Buena palabra que, de acuerdo a la RAE significa “miramiento, consideración, deferencia” y que nos facilita la vida, haciéndonos ver al otro como lo que es, un ser humano igual a nosotros.
Tal vez si bajáramos las revoluciones en un taco y dejáramos de tocar la bocina cuando el conductor que va delante no ha visto el verde del semáforo; si tuviéramos más paciencia en la fila del supermercado y dejáramos a alegar contra la cajera; si devolviéramos el carro del súper a la fila, en vez de dejarlo tras el auto contiguo al nuestro, en el estacionamiento; si respetáramos a todas las etnias, las condiciones sociales, las preferencias sexuales; si dejáramos de proyectar nuestras frustraciones en nuestros colaboradores o compañeros de trabajo y en vez de maltratar al otro, nos preocupáramos por alegrar el día de alguien con un pequeño detalle; si saludáramos al llegar a todos lados, intentando ser amables, no hipócritas, pero amables, el respeto se haría un hábito y el camino hacia el desarrollo tendría una base más firme.
Cuando la conducta de los seres humanos está regulada por el respeto a todos y a todo, la búsqueda del bienestar común surge por consecuencia. Nadie quiere aprovecharse del otro, todos piensan con un sentido de comunidad y eso no significa autopostergarse y convertirse en santos. Para nada, sólo recordar que “mi libertad termina donde empieza la tuya” y viceversa.
Mary Rogers G
Excelente reflexión! Plenamente de acuerdo con el artículo.
Coincidimos en todo.
Un abrazo