¿Qué hacer cuando la sociedad agoniza?

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Santiago, Chile.- Quisiera escribir cosas positivas, esperanzadoras. Estoy consciente de que el pensamiento, el sentimiento y la palabra de cada uno de nosotros conforman la realidad, pero no es fácil mirar la vida, cuando la sociedad agoniza. Y no hablo de un tema político, no es el punto, al menos no lo es en forma exclusiva. Hablo de algo sociológico, que va más allá de todo entendimiento, de toda base ideológica y es el desencanto de la gran mayoría de la población. No son cuatro años, ni diez. Son más de cuarenta años de situaciones anómalas, que hacen mella en los ciudadanos y en sus conductas. La olla a presión no pudo más y explotó.

Un taxista golpea a un joven de 15 años con un bate, lo mete a la maleta del auto (cual película de Hollywood) y lo obliga a sacarse la ropa, para dejarlo abandonado en esas condiciones, por no pagar lo que él esperaba; un guardia de 25 años, padre de dos niños, es asesinado por un “mechero”, por defender a un compañero de trabajo en un supermercado de Osorno; encapuchados profanan un crucifijo en la Gratitud Nacional, demostrando la falta de respeto por las creencias de los demás; una pareja, simulando ser turistas, habla en portugués para distraer al camarero, mientras otra cómplice roba la cartera de una cliente; un hombre recupera solo su camioneta robada, porque no confía en la policía, ni en la PDI; una mujer se estaciona atravesada frente a tres autos que no podrán salir durante horas; una modelo, bajo los efectos de sus antidepresivos, roba una chaqueta en un mall; un ex candidato a presidente es acusado por acoso sexual en los Estados Unidos. Un hombre entrevistado en el noticiero de la noche, da en el clavo, interpretando esas actitudes. “Yo primero, yo segundo y no me importan los demás”.

Y es cierto, hablamos de una triste realidad que, con más o menos consecuencias, se vive a diario, pero es sólo el síntoma de la patología. Hay que encontrar la enfermedad y ver cómo sanarla. Se podría etiquetar de varias formas, pero el individualismo y el egoísmo, crónicos, podrían definir al mal. Falta de amor, diría una amiga; falta de compasión, dirían los creyentes.

Foto de Ariel Marinkovic (EPA)
Foto de Ariel Marinkovic (EPA)

Las causas de la agonía de la sociedad son variadas: nuestra historia reciente, el sistema neoliberal (sí, otra vez) y sus secuelas obvias (querer más, trabajar y estresarse más) nos han llevado a enfermarnos y alejarnos de lo importante. No basta con tener un aparato de telefonía inteligente, lo fundamental es tener el mejor del mercado “para estar comunicados”. Es preferible chatear con un amigo en Whatsapp, que conversar con la persona que tenemos al frente, cara a cara, en el café o en el restorán (a todos nos ha pasado); la tecnología, una herramienta maravillosa para la comunicación y el trabajo, se nos vuelve una adicción, porque con ella evitamos ver la realidad de nuestra vida, creyendo que ya no estamos tan solos. El miedo a conocernos y a la soledad intrínseca del ser humano, nos hace permanecer en este campo de batalla que nos desgasta, día a día. ¿Hay algo más absurdo que sacar a pasear a los niños a un mall? Eso hacemos los chilenos y dejamos la educación artística de lado, la meditación, la lectura de un buen libro, el juego o la conversación sincera. Ni hablar de los temas profundos entre adultos, es más fácil callar lo que nos duele, porque nos obligaría a tomar determinaciones. Así vamos guardando cosas hasta explotar, con el vecino, con los hijos, con la persona que nos adelantó en la carretera.sociedad agoniza 2 casa playa

La sociedad, tal como se ha vivido en el último siglo, agoniza y es necesario tomar medidas para no morir con ella. Pero ¿cómo hacerlo si nadie escucha y cada uno se siente con el derecho a ser único y exclusivo? Generar un cambio o alejarse. Volver a las propias pasiones, para no estar tan tristes, ni enajenados. Empezar a vivir de otra forma, sin importar la historia que cargues.

Conozco a varias personas, individuos y parejas, que han decidido abandonar el sistema actual porque la neurosis del mismo los asusta y enferma. Algunos de ellos han dejado sus trabajos y comienzan a buscar nuevas formas de abastecer sus necesidades básicas, pero en un ambiente más sano y colaborativo. Se van a la playa, al campo, a lugares aislados donde pueden entregar lo que aprendieron en las grandes ciudades, pero respetando el nuevo entorno en el que se establecen. De paso, cambian su rutina, se liberan del peso de tener que cuidar lo que tienen y muchos retoman la creatividad que llevan guardando durante años dentro de sí, porque tienen tiempo de mirarse hacia adentro. Cuando hablas con ellos, suelen terminar su conversaciones con una frase envidiable “me cambió la vida” y surge la inquietud sobre la propia felicidad y la falta de coraje.

No digo que todos debiéramos emigrar de las ciudades, sólo comento la buena experiencia de algunos. Pero como la olla a presión sigue rompiendo almas, es bueno pensar en alternativas reales para alivianar la carga y volver a vivir como seres humanos, sensibles y sociales. También podríamos partir por juzgar menos, cultivar la paciencia y dar un poco más de amor al del lado. ¿Será mucho pedir?

 

Mary Rogers G.

 

1 thought on “¿Qué hacer cuando la sociedad agoniza?

  1. Realmente hace años para que el mundo no me siguiera siendo ajeno,tuve la certeza que denia encarar mi forma de esperar”,g convertirla en “hacer”,todos los dias cambiar en mi entorno hijos nietos amigos jovenes,amigos que van cayendo en la desilucion,en salir a vivir yodos los dias con ganas,con elecciones para sanar.No puede mudarme..pero si puedo mudar la ilusion,priorizar el sentir a tener,regalar emociones y aceptar el retorno..

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