La serie francesa fue estrenada por Netflix en diciembre recién pasado y se ha convertido en un éxito.
Ya se anuncia una posible segunda temporada de El bazar de la caridad, serie francesa protagonizada por Audrey Fleurot, Julie de Bona y Camille Lou que ficciona la historia ocurrida en 1897 en París, donde cientos de mujeres murieron en la fiesta de inauguración de dicho bazar.
El guión cuenta el drama de tres mujeres que deben enfrentar las consecuencias del incendio de distinta forma. Es un paralelo que muestra la lucha femenina por buscar la verdad en una sociedad donde los hombres son los que mienten y deciden sobre esposas y madres, en especial cuando está en juego el poder político.
Con un reparto de extraordinarios actores y actrices, la obra escrita por Karine Spreuzkoski y Catherine Ramberg, fue estrenada en diciembre en Netflix luego de haber sido exhibida durante dos meses en un canal francés gratuito.
La cuidada producción y ambientación de la serie es uno de los grandes puntos que tiene a su favor, además de las actuaciones. El guión es bueno y la dirección ha conseguido escenas de mucha tensión, que obligan a seguir la historia sin pestañear.
La verdadera historia
Durante la segunda mitad del siglo XIX era habitual que las mujeres de los círculos aristocráticos organizaran ferias donde se vendían artículos donados por ellas con el objeto de reunir dinero para los más vulnerables.
El «Bazar de la Caridad» fue una de las instituciones más conocidas por realizar importantes obras, las que eran patrocinadas por los miembros de la alta sociedad de Paris. Fundado por del barón de Mackau y Henri Blount, quienes además buscaron mejorar su posición consiguieron un terreno en préstamo, muy cerca de los Campos Elíseos. Allí construyeron un recinto en base a una hermosa arquitectura de madera, imitando con ello antiguas tiendas medievales.
Para hacer más atractivo el lugar y reunir a más grupos de aristócratas que aportaran lo suyo para el beneficio, dentro del Bazar se instaló una novead: el cinematógrafo.
El 3 de mayo de 1897 comenzó la inauguración que reunió a la flor y nata de la sociedad. Todo el que estuvo presente, compró generosamente para demostrar su poderío. Al día siguiente, la celebración seguía su curso.
Poco después del mediodía, mientras la fiesta estaba en su apogeo el día 4, el fuego comenzó en la sala de cine, se expandió por la techumbre y en pocos minutos abrasó con mostradores, cortinas, fachadas y paneles. Los gritos de los asistentes era todo lo que se oía en medio del estruendo provocado por las llamas. El terror se apoderó de la gente y en su afán por ser los primeros en salir, pisotearon a quien se atravesó en su camino. Murieron más de 100 personas, la mayoría mujeres y niños.