Director artístico del Festival Internacional de Viña del Mar y funcionario de la Municipalidad de la Ciudad Jardín por más de 60 años, deja una huella profesional y humana en quienes lo conocieron. Aquí, el relato de Mary Rogers sobre la persona.
Santiago, Chile.- Conocí a Vicente Gaponov en 1994, cuando la comisión del Festival Internacional de Viña del Mar me llamó, por primera vez, a ser Jurado Pre-Seleccionador del certamen. En esa época, el proceso era abierto y publicitado. Elegíamos las canciones y los medios de prensa esperaban los resultados con ansias. Además, cada jurado daba alguna declaración de lo que había sido su participación en la elección. Nos hacíamos responsables.
Por esa época yo vivía en Viña del Mar y conocer a Vicente fue igual a conectarme emocionalmente con la ciudad. Él representaba parte de lo que me atraía de la región: la música- era dueño de la tienda que vendía álbumes y cassettes frente a la plaza-, el Festival, del cuál él había sido gestor junto a otros visionarios y la gran calidad humana del viñamarino. Conocí a Erica, su mujer, a sus dos hijos y poco a poco se fue gestando una amistad a pesar de la gran diferencia de edad que nos separaba. Podría haber sido mi padre, pero no, se convirtió en un gran amigo con el que hablaba de cualquier tema y siempre tenía algo importante que decir, además de un humor fantástico.
Cuando volví a Santiago, nos seguíamos encontrando al menos una vez al año en la selección del certamen y si yo no formaba parte de la comisión, de todas formas viajaba, de vez en cuando a Viña del Mar y lo pasaba a ver a su oficina. Era buena “oreja” y muchas veces tuvo que escuchar mis historias y hacerme reír si la pena me ganaba. En una de esas oportunidades le comenté que junto a los alumnos de Pía Barros, estábamos organizando un viaje a México, pero yo no iba. Entonces me dijo, con esa voz nasal tan característica: “Anda, chica. Te va a hacer bien. Yo te presto la plata”. Y así fue. Vicente era generoso con su tiempo y con sus cosas.
Un par de semanas atrás me acordé que hacía por lo menos tres años que no lo veía. Hoy me enteré, a media mañana, que había fallecido ayer y que los funerales se realizarán hoy. No hay tiempo de llegar a despedirlo físicamente, pero lo hago desde este portal.
Escribo estas líneas para destacar la figura de Vicente Gaponov, más allá de los cargos que ocupara durante sus 60 años en la municipalidad; escribo para decir, desde mi vereda, que su paso por la tierra fue prolífico, en trabajo, profesión, familia y amigos. Vicente fue un personaje querido en todos lados donde le tocó ejercer su labor. Y no me cabe duda que también puede haber por ahí algunos detractores, porque nadie es monedita de oro y porque era serio, eficiente y duro de roer cuando era necesario, pero me uno a la mayoría de los que tuvimos la suerte de conocerlo y agradezco por ello. Sólo queda enviar luz a la familia y un gran abrazo. Para él, un ¡hasta siempre, querido Vicente!
Mary Rogers G