Revisar la rígida educación actual se vuelve una urgencia en los tiempos que corren
Santiago, Chile.- Hace un tiempo, en esta misma columna, me referí al sistema en el que vivimos, aquel que nos obliga a cuantificar todo y poner al espíritu y sus manifestaciones en segundo plano. Compartí mi pensamiento sobre la importancia del arte en la educación infantil, de la creatividad, en miras a formar adultos equilibrados, respetuosos y sensibles. El mundo gira en la misma dirección y el tema sigue siendo teoría entre educadores y visionarios, pero quienes deciden sobre el futuro de las nuevas generaciones aún tienen miedo a impulsar un cambio real.
La competencia como forma de educación puede matar el alma del creativo. Si todo lo que se expresa está medido por un parámetro de números y estructuras, no queda libertad para buscar nuevos caminos. Sólo el que se sale de la norma consigue realizaciones diferentes y, por lo general, suele ser castigado por ello a nivel social (no puede optar a tarjetas de crédito porque no tiene un “trabajo estable”, se le niega la posibilidad de acceder a bienes básicos, salud, etc…)
Y aunque proclamamos lo magnífico que sería tener más genios y pensadores, seguimos evaluando de forma general a nuestros niños y también a los adultos, limitando sus expectativas. Hay que dar cabida al pensamiento artístico y a la valoración de la creatividad propia, en todas las áreas del conocimiento. Si dejamos de evaluar en base a “correcto” e “incorrecto”, es probable que evolucionemos. Más aún, si dejamos de etiquetar a las personas y le damos la libertad para ser lo mejor que puedan ser, podremos evitar la frustración y las malas artes.
Una persona muy cercana, que escribe muy bien, me cuenta que no obtuvo el Fondo del Libro para su novela. Lógico, hubo miles de personas que postularon y sólo unos pocos pudieron acceder a la beca. Ella lo sabía y el problema no fue que no ganara, lo que la afectó fue el “fallo” a nivel inconsciente que dijo “no soy suficientemente buena” y le provocó un bloqueo para escribir. No es la única y puedo asegurar que, de ser contrario el resultado, no sólo no se habría limitado, sino que aumentaría su creatividad. No es culpa del Fondo, no es culpa de ella, es responsabilidad de una educación competitiva, que nos obliga a pensar en el “éxito” como sinónimo de situarnos sobre los demás y no sobre nosotros mismos.
Son muchos los estudios que siguen abogando por una educación más amable y la tendencia es a buscar mejores alternativas a un sistema que está obsoleto desde mitad del siglo pasado. Enseñar a través del teatro es una opción que ya se lleva a cabo en muchos países. Uno de los precursores del tema, el educador británico Ken Robinson ha dado la vuelta al mundo hablando de su experiencia, y su charla TED Las escuelas matan la creatividad es una de las más vistas y comentadas en la red.
Necesitamos, con urgencia, una educación que nutra la creatividad y no la socave, como señala Robinson. Se requiere ampliar la mirada y enfocar los esfuerzos en la individualidad, para conseguir que funcionemos como un todo. Una paradoja, pero como tal, verdadera. Al igual que en un puzzle, cada pieza es fundamental y debemos cuidarlas para que no se pierdan.
Mary Rogers G