La capital administrativa de Bolivia es, para el turista, una experiencia inolvidable.
Por estos días, las ofertas de las líneas aéreas sitúan a La Paz, Bolivia, como un destino muy atractivo. Una excelente alternativa que, en CV, aprovechamos para conocer algo más de nuestros vecinos.
Bajar del avión y sentir que la respiración se agita es una sola cosa. “Camine despacito”, recomiendan los lugareños mientras nos orientan a los “Trufis”, pequeñas furgonetas que, por un precio módico, nos conducirán al centro. Como llevamos guitarra, debemos pagar un tercer pasaje por ella; las maletas van en la parrilla, sin ningún tipo de seguridad. Cruzamos los dedos y nos apretujamos en el último asiento. El conductor sube a otro pasajero en el espacio destinado a la guitarra y debemos llevarla en la falda. Al fin, el vehículo se llena y comenzamos a bajar por una cuesta serpenteante.
Desde la cima aparece frente a nosotros La Paz, habitada por sus más 800 mil personas en un sinfin de casas rojas enclavadas en los cerros, muchas de ellas a medio terminar. Después entenderemos que hubo un auge económico o el amago de uno hace unos años y la población se lanzó a construir. Pero luego vino la crisis y muchas propiedades quedaron en obra gruesa.
En pocos minutos llegamos a La Catedral de San Francisco, lugar donde nos han recomendado bajar. El conductor desciende para abrir la puerta y entregar bultos y maletas a quienes nos apeamos. Estamos cerca, nos dicen, sólo caminaremos unos minutos. Hemos reservado con anticipación un hotel a cuatro cuadras de la avenida principal, sin saber que está en Sagárnaga y Linares, sector del Mercado de los Brujos, una de las principales atracciones de La Paz. Subimos por la empinada calle de ladrillos y debemos detenernos en cada cuadra. Comienza a hacer efecto el mal de altura, la famosa “puna”.
La gente en La Paz es amable y resulta un agrado conversar con todos. La diversidad cultural es pintoresca y enriquecedora. Las “cholas” están en todas partes y muchas de ellas tienen un poder económico que cualquier turista quisiera. Una chica nos cuenta que las polleras y el tipo de sombrero sugiere la casta. Casi todas ostentan tapaduras de oro y las más acaudaladas, han mandado a construir “cholets”, edificios con arquitectura y decoración extravagantes.
Algunos lugares imperdibles
El Mercado de los brujos es uno de las atracciones turísticas que no te puedes saltar. Ahí encuentras artesanía, tiendas con souvenirs, mantas, bolsas, chalecos y todo tipo de artículos curiosos. Desde la bebida de coca, las hojas salvadoras, los amuletos para la suerte, los viajes, el amor y contra las malas vibras que los turistas se llevan como pan caliente, están disponibles a lo largo de varias cuadras.
Comer y descansar
Siguiendo por la calle Linares, poco más allá del cruce con Sagárnaga es posible elegir entre innumerables lugares para comer. El Época es un café muy cómodo y bien atendido, donde se puede almorzar y descansar de la caminata. El entorno recuerda a la imagen de castillo medieval que las películas nos han forjado y de verdad es muy grato.
Si lo que te gusta es la cerveza y la comida al estilo inglés, el English Pub ubicado en Tarija con Linares, es una gran opción. El lugar es muy cómodo, está lleno de pizarras con frases que denotan la presencia del humor inglés y la carta ha sido mejorada con la mano boliviana.
Subiendo por Sagárnaga, dos o tres cuadras más arriba de Linares se encuentra el restaurante mexicano Kalaveritas. El lugar es muy acogedor y la comida es excelente.
Paseo familiar
Una de las cosas que enorgullece a los habitantes de La Paz es el teleférico. Su recorrido te permite ver la ciudad desde El Alto y bajar en diversas estaciones, de acuerdo a tu interés. Es un buen panorama para una tarde cualquiera.
Arte y cultura
La verdad es que La Paz tiene mucho para ver. Tres de los lugares que no te puedes perder son el mercado de los libros que está a un par de cuadras de la catedral, las actuaciones los fines de semana en la explanada de San Francisco y, por supuesto el Museo de los Instrumentos, creado por el maestro Ernesto Cavour. Este último incluye el Teatro del Charango donde el maestro actúa los días sábado. Ir a La Paz y no disfrutar de la música de este hombre talentoso, sería imperdonable.
Advertencia. Es ideal ir por más de una semana para alcanzar a aclimatarse y disfrutar de las bondades de la ciudad. Además, se recomienda la hidratación durante los días previos al viaje, evitando por todos los medios el consumo de alcohol. Quienes tienen presión alta demoran más en que su organismo encuentre el equilibrio. Mascar coca ayuda, pero los efectos de la altura son diferentes en cada persona