En primera persona: Me enamoré de Canterbury

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Hace algunos años, una travesía a la tierra de mis ancestros marcó un antes y un después en mi vida. Los viajes suelen hacer eso.

Viajar a Canterbury. El tiempo transcurre en forma inexorable y es una verdad que reconocemos a diario, pero no luchamos contra ella y nos quedamos esperando un milagro para que algo cambie en nuestras vidas. Abrir las alas, viajar hoy, conocer algo más de lo que este globo terráqueo nos ofrece, incluidas las personas que tanto nos enseñan, es una buena decisión de crecimiento.

Hace unos años, mientras dirigía el departamento de comunicaciones de un colegio inglés, organicé un viaje a Inglaterra. Yo no estaba incluida en él, pero tuve la suerte de los futbolistas (“se dieron las cosas”) y pude acompañar a un grupo de estudiantes de enseñanza media a la tierra de mis ancestros.

Fue un viaje de casi un mes, inolvidable. Inglaterra es un lugar encantador y si planeas ir a Europa, no te saltes esta isla por ningún motivo. Debo confesar que, cuando partí, no estaba tan motivada. Pensaba que lo mío sería volver a Estados Unidos, donde me había sentido cómoda y no imaginé la atracción que el condado de Kent ejercería sobre mí. Al volver a Chile, quería llevarme a los niños y establecerme en esas tierras. Quizás lo haga algún día.

La ciudad de Canterbury

Nuestro centro de operaciones fue la ciudad de Canterbury, perteneciente a dicho condado, un territorio lleno de historias y de historia. Las calles del centro, aún conservan los adoquines que constituyeron parte de la reconstrucción de la ciudad, que fue bombardeada y destruida en las II Guerra Mundial.

Catedral de Canterbury
Catedral de Canterbury

En esta ciudad-pueblo que es bastante caminable,  puedes disfrutar de varios cafés, librerías y lugares para pasar un rato leyendo o conversando con amigos o con la gente de la ciudad. Si llegas a Canterbury, es probable que dudes de aquel concepto tan extendido sobre la frialdad de los ingleses. Sí, en eso nos parecemos, en la calidez y también en lo peladores. Ellos son amantes de los chismes por naturaleza y muy simpáticos cuando los conoces.

Cuando hablo de ciudad-pueblo, no es que me refiera a su tamaño, sino a su cultura. En pleno verano, todo el comercio cierra a las 17:30 de la tarde y sólo quedan abiertos los negocios de comida rápida y algunos bares. Las discoteques abren de jueves a sábado, alrededor de las 11 de la noche y la fiesta termina a eso de las dos.

Una ciudad caminable

En Canterbury y en Inglaterra en general, la gente camina mucho. Todo es walking distance y la verdad es que, utilizar las piernas en vez de auto, es un verdadero placer.

Entre los lugares obligados está la catedral, el museo y la tumba de Santo Tomás (Becket)- asesinado por caballeros de Enrique III – que tiene una energía palpable e impresionante.

Por supuesto no se puede dejar de visitar la puesta en escena de los Cuentos de Canterbury. Ésta es realizada en un teatro del centro y a pesar de que se cuentan las historias sólo con muñecos iluminados, el ambiente logra que entres en su mundo con mucha facilidad. La narración se da en varios idiomas.

La caminata por los amplios parques que conducen al castillo de Canterbury también es un placer. Los niños pequeños, mucho más libres que los nuestros, corren por laderas inclinadas y suben a los juegos sin la restricción cercana de las madres, que los dejan aventurarse sin miedo.

Canterbury West

Otras atracciones

Encontrarás cementerios en la ciudad- sí, como en las películas-, al lado de una iglesia, por ejemplo- y muchas áreas verdes. Los parques de Canterbury West, también son muy atractivos porque verás una serie de canales que bordean casas y la línea ferroviaria.

Otra de las recomendaciones es el Tiny Tim Tea Room donde pruebas el típico cream tea con scones y además puedes tener la suerte de encontrar fantasmas en el tercer piso (no hay nada, salvo unas fotos, pero subir sola da escalofríos)

A pesar de ser una ciudad relativamente pequeña, es un lugar muy cosmopolita, por lo que el respeto es una actitud que forma parte de la cultura local. Insisto, la gente es amable y resulta muy grato conversar con cualquier persona.

Además de la ciudad en sí, Canterbury tiene la ventaja de tener muy buena conectividad. El tren te lleva a todos lados y como Londres y Cambridge están a pocos kilómetros, puedes realizar paseos por el día a cualquiera de las dos ciudades.

Si tienes suficiente tiempo, visitar el Castillo de Dover (muy cerca de Canterbury) puede ser una gran experiencia. En sus instalaciones médicas y militares podrás intuir lo que han sido las guerras para esa acogedora isla y, si el tiempo te acompaña, divisar desde su mirador las costas de Francia.

Mary Rogers G


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